¡Vaya paradoja!
Emitiendo un olor a flores y vistiendo un traje color negro Alejandra N. se dirige a cerrar la puerta de la oficina, es alta, delgada y de ojos verdes expresivos que resaltan con el lápiz negro. Se sienta en el escritorio y mirando fijamente hacia la pared dice: “Valoro la vida, no me falta nada, tengo bienestar en todos los aspectos, económicamente estoy bien, el sueldo base supera lo que gasto, personalmente estoy casada y mi pareja me adora, además de que poseo muchos amigos”.
Observando que nadie esté cerca aclara: "lo más extraño de todo es que con cada éxito y progreso me siento más vacía", hace una pausa y respira para contener las lágrimas, "dentro de mí hay un vacío enorme que no me deja continuar, que impide que siga una vida común y corriente como la de otros…es muy raro, todos piensan que uno intenta suicidarse cuando se enfrenta a problemas, rechazos o fracasos de algo que no pudo realizar, yo he tenido éxito, nunca me ha faltado nada pero, la idea de suicidarme está siempre rondándome desde hace 15 años".
Baja la vista y el tono de voz, tensa, bebe tres sorbos del café que tiene a un lado y continúa. “Llegué a pensar que cuando terminara la carrera y adquiriera algún puesto importante sería feliz, aunque los demás no lo saben, no es así”. Se pone de pie y ve hacia la ventana, “no puedes culpar a los demás, no son responsables de ti, el único responsable es uno mismo”.
Tocan la puerta y se dirige a abrir, conversa un poco, firma una hoja, despide a la persona y cierra de nuevo. “La gente piensa que los suicidas son gente enferma, loca, que no valora la vida, gente cobarde que no puede enfrentarse a sus problemas. Yo he enfrentado mis problemas y los he resuelto exitosamente, además, muchos de los que hemos intentado suicidarnos estamos plenamente consientes de lo que implica, simplemente se toma la decisión que ya se vivió lo suficiente, para ver y hacer lo que querías hacer y punto”.
Pronuncia “Tal vez mí causa sea por que crecí en una familia disfuncional y con violencia, a la que dejé a los 15 años”, pensativa “sí, eso debe haber sido”. “Varias veces intenté suicidarme, nunca lo conseguí, no fui buena para eso”.
Firme menciona “hoy he decidido vivir, no porque así lo quiera…hoy, mis decisiones ya no puedo basarlas únicamente en lo que yo deseo, tengo un bebé y debo considerarlo en ellas (decisiones), ya que influirán en su camino, debo vivir para ayudarle y enseñarle a vivir. ¡Vaya paradoja!”, suelta una sonrisa en el instante en que suena el teléfono y contesta.
Escrito por: Lyz Reséndiz.