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El orangután en las redes

En que punto.

En que punto No se que hago aquí, no comprendo que me llevo ha esta situación, a estas horas de la noche haciendo algo que se que esta mal, mirando ha este pobre hombre, que ahora gracias a mi tiene una mirada de tristeza, miedo y rabia a la vez.

Mi profesión no es lo más loable, soy ladrón pero este no es mi estilo, solo hago mi trabajo en silencio, en el metro, en el autobús, en la calle, sin interactuar con el cliente, solo con sus bolsos o carteras, no con pistola, no así. Seguí al hombre, me daba igual quien fuera, solo buscaba una victima, cuando lo aborde  le dije:

-¡Dame el dinero y no te muevas o aquí te quedas!

Muy enojado y a la vez lleno de miedo me dijo:

-¿Porque debo de darte lo que yo gane? ¡Desgraciado!

Se que tiene razón, lo golpee con la cacha de la pistola, un golpe preciso, uno que viera que era enserio lo que decía yo, un golpe que me pusiera al mando de la situación. La verdad no me importo su frase, solo buscaba el pretexto, aunque no ha puesto mucha resistencia y se que todo saldrá bien, quiero golpearlo, dejarlo sin nada, humillarlo, y creo que lo he logrado.

Estoy lleno de odio, lleno e ira, solo salí de mi habitación, ya no aguantaba la inmensidad de mi habitación, que hacia mal juego con mi soledad, busque el arma que tenia por seguridad, deambule por las calles, pensando, ideando, haciéndome sufrir a mi mismo con mis tortuosas ideas y el recuerdo de ella. ¿En que punto mi amor por ti se convirtió en ira? ¿En que punto me convertí en el monstruo de este sujeto? La pregunta correcta es ¿En que punto me convertí en mi propio monstruo? Este mal de amores que me aqueja tanto, por el cual tengo ganas de gritar, dispararle al hombre, no importa el dinero.

Le quite la cartera al hombre, el estaba tirado en el piso maldiciéndome, temblando, odiándome. Saque el dinero y busque dentro, el pobre tenia muy poco dinero, le dije:

-¿Por esto es por lo que te quejas? ¡Por quinientos malditos pesos!

Empecé a escuchar un llanto del hombre, no me importo, creo que me hacia un poco mas feliz saber que alguien estaba siendo mas infeliz que yo, buscando en la cartera encontré licencia y algunas cosas mas, al final me tope con la foto de su hija abrazándola, no se que sentí en ese momento. si culpa, remordimiento. Nunca en mis años de ladrón había sentido esto, este sentimiento de culpa,  había visto cientos de fotos como estas en la carteras que había robado, pero ¿Porque esta era diferente para mi?

Creo que el monstruo que ahora soy recordó en la sonrisa de la niña algo, solo le avente su cartera con todo su dinero y pensé -¡Pobre hombre creo que saco mas yo en un en el metro!-.

Solo le dije:

-¡Levántate esto ya no puede seguir así!

No se a quién se lo dije si a el o a mi…

Escrito por: Victor Beltrán.