Blog de expresión literaria, sube tus escritos aquí da a conocer al, escritor que llevas adentro.

El orangután en las redes

Renata.

-¡Maldito sábado!- Tengo tantos pensamientos en la cabeza y necesito ordenarlos. Siento miedo, nerviosismo, alegría, todo a la vez. Para variar, hoy hay reunión familiar de la que no pude escapar. Estoy en el auto y mi mente se concentra en Ximena. Ése es el motivo de mi nerviosismo. Mañana es nuestra cita. A dónde llevarla, lo mejor será decirle, si los nervios me ganan, que no puedo verla… ¡ah! ¡Es tan bonita! Siempre me ha gustado, desde que la conocí llamó mi atención. Ella es atenta a la clase; amable con los demás; es la clásica niña buena y pensarla, mientras llegamos a la reunión, resulta maravilloso.

Hemos llegado al destino (la casa del abuelo), allí está la familia. Ahora mi obligación es realizar el clásico ritual: saludar y sonreír a las tías, porque mis primos dan igual. Cuando termino busco una habitación sola. Quiero olvidar lo de mañana y me es imposible. No sé porque me siento así, debería estar alegre, podría ser la única oportunidad de que pase algo con Ximena. Escucho el radio sin ponerle atención y después de un rato tocan la puerta.

-Adelante.

-¡Baja a comer con los demás!- Tu tía se esforzó en la comida. Sé que no querías venir pero, debes venir para no molestarlos.

-No mamá, -¡No quiero bajar!-, Estoy bien aquí escuchando el radio.

-¡BAJA!-

Al terminar de comer, mis tíos salen a fumar. Yo regreso al cuarto donde estaba. Al subir las escaleras, veo la fotografía de la boda de los abuelos. ¡Qué guapa era la abuela! (Pensé). Pero me llevo una sorpresa mayor, al entrar a la recámara y ver al abuelo recostado en la cama:

-¿Por qué no estás con tus demás primos?-

-Es que me aburro. Están jugando fútbol y soy malísimo.

-Y qué me cuentas. -¿Cómo te va, hijo?-, -¿Por qué nunca hablas?- Eres muy serio -¿Sabes?-

No le contesté. Me senté en la cama al lado suyo. A él siempre le gustó que le llamaran abuelo, no abuelito o cosas así. “Llámame abuelo”, decía. Nunca platicamos mucho. Mi abuelo se me hace muy serio.

-¿Cómo te va en la escuela?-

-Bien en la escuela, pero…

No sabía si decirle a él lo que me tenía nervioso desde el viernes. Desde que invité a salir a Ximena. Qué tal si se reía de mí.

-¿Pero qué?-

Se lo diré, espero y sepa decirme cómo comportarme en esta situación.

-Invité a una amiga a salir… y la verdad eso me pone muy nervioso. No se me ocurre un lugar para llevarla. Mis amigos me obligaron, me harían la ley del hielo…

-¿La ley del hielo?-

(río)

-Sí, la ley del hielo es: dejarme de hablar.

Ése no fue el motivo. Accedí porque un amigo habló con la amiga de Ximena, comentándole mi situación (que me gusta).

-Y, -¿Por qué estás nervioso?-

¡Cómo que por qué estoy nervioso!-

-Me gusta mucho y, quiero que salga bien todo. -¿A dónde puedo llevarla?-

-Pues, es solamente una salida. Estás así porque nunca han salido juntos. ¿Cuándo saldrán?

-¡Mañana!-, quedé de pasar por ella a las 12:00.

-Hijo, es una salida. Sólo diviértete. Sal con ella como un amigo, no creo que le pidas matrimonio mañana.

-¿Usted nunca pasó por lo mismo?-

Sus gestos cambian y se ponen de modo en que pretende decirme algo.

-Si te contara, te daría risa.

-Pues dígame, para saber qué hacer.

Ríe burlonamente.

-No. Dudo que te sirva lo que pensé. Cada situación es distinta aunque… ¡espérame! Voy por algo y regreso.

Sale de la habitación y cuando regresa lleva en sus manos una caja de zapatos.

-Te voy a enseñar algo, pero primero te contaré lo que me pasó. Serás el primero de los nietos que lo sabrá. Yo también me sentí como ahora tú cuando tenía unos 20 años. Mi historia comenzó cuando uno de mis amigos, Óscar, se fue de la capital a trabajar en provincia y para seguir en contacto, nos enviábamos cartas cada 6 meses. En una de ellas me invitó a su boda, regresaría aquí a casarse ya que también intercambio correspondencia con un antiguo amor, en la fiesta de la boda me preguntó si tenía novia, al responderle que en ese momento no me interesaba, él me recomendó a una de sus nuevas amistades, una de sus amigas que decía era muy bonita. El día en que se enlazó, me dio su dirección y me pidió que le escribiera, que él ya le hubiera hablado de mí.

Cartas 2 La costumbre de enviarnos cartas entre los dos, tras su boda, se fue perdiendo. No lo culpo, ya estaba más ocupado. Un día, hallé la dirección de su amiga y recordé lo que dijo: “No pierdes nada y puedes ganar una buena amiga”. Esa noche, le escribí. Fue una carta de presentación y disculpa ante mi atrevimiento (el escribirle), al día siguiente la llevé al correo.

Después de unos meses, no muchos, me llegó lo que no esperaba, su respuesta. Se llamaba Renata. Como yo, ella se presentó y anotó: “espero me sigas escribiendo”. Así, inicié el intercambio de cartas ahora con ella. Sin saber mucho los dos de cada uno, nuestra relación se tornó agradable. Platicábamos de lo que se nos ocurría, hermanos, familia, trabajo, estudios y tonterías. Recuerdo el inicio de todas sus cartas “Qué simplón eres, aún con ello me haces reír”, o cómo olvidar su clásico “bye, bye. Nos andamos leyendo”.

En una ocasión, le comenté que me enviara una foto suya con el propósito de conocerla. Luego de unas cartas la convencí. Mi pretexto: utilizar su foto para espantar a los ratones de mi cuarto. Hijo, al momento de ver su foto blanco y negro me deslumbró. Era hermosa. Pensé “¡por dios! ella es a quien le he escrito estupideces”. A partir de ese momento, mi ortografía, el contenido y ciertos detalles que le enviaba antes cambiaron, estaba interesado. Poco a poco fui más directo con Renata. Me estaba apasionado con ella. Me volvía loco con cada carta recibida, hasta que un tiempo dejó de escribirme y, pensando en que la había molestado, hice lo mismo.

El día en que mi padre me dio una carta recién llegada, imaginé al remitente: Renata. Me equivoqué, era mi amigo Óscar reclamando mi ausencia (cartas), contándome que se convertiría en padre e incitándome para que fuera a donde vivía con motivo de un festival de jazz en el que estaría de invitado Louis Armstrong. Faltaban algunos meses para el festival y lo tan esperado sucedió, llegó carta de Renata en la que contaba de sus vacaciones y su frustrada búsqueda de empleo. Excitado le respondí en seguida y aproveché lo del jazz para por fin conocernos. En la siguiente carta apuntó: “no podré ese día. Con gusto nos podemos conocer un día o unos días antes”, Así le hicimos. Por ello, lo que tú sientes no se compara a lo que sentí. Tú ya la conoces, yo nunca la había visto.

-¿Y luego?-

-No, te he dicho todo lo que debías saber. Recuerda, no tienes nada que perder.

-Abuelo ¡dígame!, -¿La conoció?-

-No te diré, de verdad que no te diré.

-No sea así, -¡Dígame!- hago lo que quiera.

(sonríe) -¡No es para tanto!-, pero ya que te ofreces, ve y consigue unos cigarrillos, hace tiempo que no fumo.

No fue difícil conseguir los cigarros, ya que en la sala estaba todo un club de fumadores, al obtenerlos le pedí me contara, cómo se hacía el imposible el abuelo. Además en lugar de contarme se reía a carcajadas.

-¿De qué se ríe?-

-Nada. Recordé haber escrito a Renata que cuando estuviera anciana y en un asilo, me metería al él para propasarme con ella. –Suspiró-- Bien, te contaré:

La fecha llegó, estaba todo listo. El viaje fue eterno en tren y autobús, era mucha la distancia para llegar a casa de Óscar y aunque estaba emocionado por el festival de jazz, pensaba más en Renata, había una ambigüedad de sentimientos. Lo peor vino al bajar del tren, me moría de nervios. Pensé en dejarla plantada, ir con Oscar al festival y disculparme por carta. En el autobús aumentó, una vez llegado al destino esperé a que se bajaran todos, acomodé mis cosas y respiré profundo. Habíamos quedado de vernos en la fuente dentro de la central de autobuses. Esperé mucho tiempo y me desesperé al no verla llegar, deambulé por el lugar e ideé cosas, una de ellas, robarle un beso. Después regrese a la fuente y me senté en una bancas que estaban pos ahí, De pronto alguien se paró frente a mí. Giré la cabeza para ver su rostro, era ella.

-Hola -¿Cómo estás?- (sonrió) -¿Tienes mucho esperando?-

-Pensé que me habías dejado plantado.

-No. Había tráfico, ¡Perdóname!

-Dime la verdad. Me ibas a dejar plantado y te remordió la conciencia.

-Te juro que es verdad.

Cartas 1 Juntos salimos de la central. No pude dejar de mirarla discretamente. Vi sus ojos hermosos, sus coquetas chapitas y los muchos lunares en la cara. Si sus chapitas eran coquetas, sus lunares eran sensuales. Caminamos muy poco y subimos a un autobús, ella pagó el pasaje de los dos. Me dio pena que lo hiciera. Cuando nos sentamos regresaron mis nervios y empecé a tartamudear, lo solucioné diciendo algunas tonterías. Bajamos rápido del autobús y llegamos a lo que según ella era “la versión del zócalo de aquí de la capital”.

Después de caminar un rato llegamos a un parque, el lugar era muy lindo. El sol y el cielo estaban despejados. Había una iglesia cerca, de la cual bromeé al decirle que pasáramos a preguntar por cuánto cobraban por las bodas, se rió de mí. Cada vez que reía, observaba sus labios y venía a mi mente la idea de besarla. Eran los labios más hermosos que veía, el superior muy curveado, de los cuales se posaba un lunar, ése que provocaba perdiera el hilo de la conversación por mirarlo. Recordé lo que leí alguna vez sobre Vincent Van Gogh, él se había enajenado con una pintura de Rembrandt, “Novia judía”, si mi memoria no falla, de la cual decía dar siete años de su vida si lo dejaban estar siete días observándola con pan y agua solamente. Yo pedía lo mismo para con Renata.

El tiempo se pasó viendo a personas maquillando niños, a gente bailando, ninguna de esas dos distracciones que accedimos a hacer. Le dije “casémonos”, lo que ella manifestó no estar entre sus planes. Inmediatamente dije “juntémonos”, que nuestra casa sea este parque, un amor indigente que sea lo nuestro, robaremos las cosas de los visitantes y que los árboles sean nuestras habitaciones. Ella sonrió y rió. De pronto se intensificó la presencia del atardecer de cuyos matices le hacían ver vainilla, no sé si era mi afición por la pintura, pero me recordó a Monet. Era maravilloso estar al lado de ella viendo ese oscurecer.

Comimos pizza y se despidió de mí cuando vio el reloj, ya era muy tarde y debía ver a un familiar. Se me había acabado el tiempo y nunca fui franco con ella. Le dije sobre mis sentimientos, subimos de nuevo al autobús y entre plática no secundó. Comparamos nuestras manos, y se detuvo mí tiempo. Fue una sensación única, me imaginé caminando con ella de la mano. Emprendí a reír porque recordé una película de Charles Chaplin, donde él tropieza con una bella mujer y hay un flechazo instantáneo en el, se imagina de inmediato una vida con ella, boda, hijos todo en un instante y la bella mujer ni siquiera lo pela, así estaba yo, sintiendo una de las sensaciones más bellas de mi vida y ella no sentía nada. Me reí de mi epifanía.

En la central de autobuses le pedí que no se fuera, “Renata cásate conmigo”, y ella respondió lo mismo que la vez anterior: “no me pienso casar”, así que nos despedimos con un adiós sin igual. Ulteriormente fui a casa de Óscar al que le dije que si Renata fuese una pieza de jazz sería una de Miles Davis.

La estancia en la casa de Óscar fue agradable. Nos desvelamos y platicamos. Él sacó una botella de vino para celebrar. No pude dormir, en mi cabeza rondaba la imagen de Renata, sus labios, lunares, risas y todo lo de ese día. El festival terminó y mi amigo y yo bebimos como en los viejos tiempos, hasta perdernos.

Al siguiente día la maldita cruda no la aguantábamos, bajo su esposa con una cara larga, de enojo solo observaba a Oscar como diciendo ¡Para eso lo trajiste! Al servir el desayuno hubo un juego de miradas entre los dos, al poco tiempo de observarse fijamente empezaron a reír y como si nada hubiera pasado el desayuno fue un estupendo un delicioso alivio para la cruda, por mi mente paso que me gustaría tener algo así con Renata como lo que tienen Oscar y su esposa.

Esa noche regresé a mi hogar y en el tren me dije “fue un error haberte conocido, ya nada más pienso en ti”. Me tomó días reaccionar, regresar al mundo real y dejar de recrear ese día en el parque, pero finalmente continué con mis actividades cotidianas, entonces le escribí una carta diciéndole que lo fascinado que estaba en con haberla conocido y haber estado ese día con ella -Estoy enamorado de tus ojos Renata de tus pecas- escribí.

Al poco tiempo me regreso la carta, diciéndome: Lo siento pero ahora no estoy lista para una relación mi corazón pertenece a otra persona aunque ya no estemos juntos no lo puedo olvidar, la verdad te aprecio como amigo, pero solo eso puede haber, yo también disfrute ese día contigo, espero saber de ti en cartas pronto y no se pierda la amistad.

-Y esos es todo lo que te puedo contar, como vez no pierdes nada con conocer a Ximena.

-¡Vamos abuelo!- -¿Que paso después?- -¿La volviste ha ver?-

-¡Uff! (suspiro) solo te puedo decir que esa fue una de mis mejores citas, ver sus lindos ojos y compartir esa tarde con ella son de mis mejores recuerdos, no fue algo sofisticado o algo elaborado, solo compartir el momento con ella, no te mortifiques si tiene que pasar algo con Ximena pasara

-¡Ok Ok entendí el mensaje! Pero dígame que paso con Renata.

Cartas 4 El abuelo se quedo mirando a la pared un rato, de repente agarro la caja vieja de zapatos, saco de ella unas cartas, algunas todavía en su sobre y otras no, yo creo que lo que pensaba al ver la pared era si debía mostrármelas.

-Estas son algunas cartas que le escribía a Oscar y Renata, Después de recibir esa carta de Renata, diciéndome que solo quería mí amistad me puse algo decaído. Pero después de pensar las cosas decidí escribirle una carta, algo especial. Algo que viera y entendiera lo que yo sentía por ella.

Entonces estiro la mano dándome una carta, lo vi dudoso al entregármela, yo creo que era algo muy especial para el.

-Esta es aquella carta que le escribí a Renata, no se para que te la enseño.

De inmediato la abrí, (me vi ansioso) y la empecé a leer.

***

Querida Renata.

La verdad no se como empezar esta carta, se me hace difícil puesto que nunca había sentido esto por alguna mujer, no se que escribir, no concibo un buen argumento que te convenza de lo que siento. La necesidad de saber como estas, tu imagen en mi mente, me haces escribir, soñar despierto Renata, sensaciones ajenas a mi que me pasan gracias a ti, eres algo que no esperaba en mi vida, antes de que Oscar me pasara tu dirección, antes de que intercambiáramos nuestras primeras letras, no estaba en mis planes enamorarme, y es que vi en tus ojos fuerza, un calor, un brillo que se yo, como también un gran misterio que guardan tus ojos que quisiera conocer.

Quiero pertenecer a tu vida, quiero dejar huella en ella como tú ya lo hiciste en la mía, llámame loco pero creo que es amor lo que ciento asía ti, alguna vez escuche “Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única” y creo que eso eres para mi. Independientemente de que eres hermosa, no se soy nuevo en esto del amor Renata, no encuentro las palabras exactas para decirte que después de ti ya no ahí mas, solo tu, que quisiera perderme en horas de charla contigo como esa tarde en el parque. Dicen los filósofos griegos que el alma va saltando de vida en vida buscando la armonía, la verdad absoluta, amor. No se infinidad de cosas que en una sola vida no comprendería uno. No se si sea cierto, pero si lo es yo creo que en ninguna vida pasada nos habíamos encontrado. Puesto que esto que siento es grande y fuerte, no me importa si otra vida soy gato pero esta quiero pasarla contigo.

No espero un si con esta carta, ni un casémonos, solo quiero decirte que, que me importas mucho, te aprecio como persona y espero que me des la oportunidad de mostrarte con el tiempo que todo lo que escribo es verdad, que me des la oportunidad de que me conozcas, que me dejes estar a tu lado en los momentos difíciles y obvio en tus hora felices.

Tal vez mis letras sean olvidadas por tu memoria, tal vez les hagas caso omiso y no sean las exactas para convencerte, no lo se Renata, Solo quisiera que con esta carta supieras y comprendieras que quiero estar a tu lado, una larga distancia nos separa, eso me atormenta en estos momentos quisiera estar contigo en cualquier lugar, en cualquier lado, ya sea aquí o en donde vives.

Quieres que te diga algo aunque no pasara nada, estoy feliz de haberte conocido, de haber sentido lo que siento por ti, creo que nunca había amado, tu sola idea me hace sentir vivo, pero enserio vivo, tal vez suene tonto, puesto que siempre he creído que uno puede ser feliz sin nada, solo se necesita lo que uno puede llevar en el camino, sin equipaje extra, no se necesita dinero ni otras cosas para ser feliz, a lo que me refiero con sentirme vivo, es que me hiciste cuestionarme cosas que nunca lo había hecho,

Me duele que me digas que solo amigos Renata, pero no me quiero dar por vencido, no quiero despertar a los cuarenta años y preguntarme que a pasado contigo y haber perdido todo contacto contigo, te ofrezco mi amistad, pero también quiero de ti ese cariño que se le da a una pareja, creo que los detalles son importantes, flores, regalos no se detalles que a una mujer hermosa como tu alaguen, pero creo es aun mas importante los actos, cosas que te demuestren que no miento en todo lo que te he escrito, algo que te de la seguridad, la verdad quiero hacer las dos, quiero darte detalles tiernos y actos que conmuevan tu corazón.

Ojala que me des la oportunidad a lo que te pido Renata y si te he ofendido, decepcionado en algún momento, espero y me perdones, no quisiera perder tu amistad con mis atrevimientos y estupideces, te dejo mis saludos y espero que estés bien allá, me saludas a Oscar, abajo te escribo un pequeño pensamiento espero y te guste y también me des respuesta a la carta.

Quiero huir contigo, quiero hui, razones y motivos me sobran. Pero tengo mis dudas. Dime como hiciste para hacerme olvidar y ponerme a soñar, Dime porque no apareciste antes. ¿Porque ahora?

Tú suave y única Tú pérdida y solitaria. Tú extraña como un ángel. Eres justo como un sueño.

Tus ojos guardan el fuego que sirve de mi guía, Son mi norte, ten la seguridad. Que quiero que sea mi último recuerdo esta vida, pero no quiero que sea algún recuerdo vago, ni resultado de una buena memoria

Quiero que sea el resultado de haber estado contigo. De haber compartido tanto, así quiero mi último recuerdo, Simplemente quiero estar contigo…

***

Después de leerla me puse a pensar, como una persona te puede cambiar la vida, al viejo era notorio que lo había cambiado esa mujer. Que Renata había dejado huella en el. Cartas 4 Tal vez me pase lo mismo con Ximena tal vez no. ¿Qué abra pasado con ellos dos? Observe al viejo, estaba como que perdido, absorto pero con una sonrisa, como si hubiera leído junto conmigo aquella o recordando esos días que la escribió.

-¿Y que paso abuelo después de la carta? acaso tuvieron algo que ver, la convenció tu carta.

-Eso si te lo dejare a la imaginación, solo que no me arrepiento de haber salido con ella y conocerla.

-Entonces si pasó algo.

-Tal vez.

En ese momento alguien abrió la puerta, era mi madre.

-Ya vámonos es tarde, ya llego tu padre.

-¡No espera!-

Que inoportuna mi mama, debo saber que paso, no me puedo quedar con la duda.

-Me presta las cartas abuelo.

-¡Noo-! Claro que no.

-Espera mama no, otro poco mas, estoy platicando con el abuelo de algo y no termina.

Mi abuelo se acerco a mí, el muy sínico, -reía- se acerco y puso su mano sobre mi hombro y me susurro:

-No importa lo que paso entre ella y yo, disfruta la cita solo no te pongas nervioso, además ya no quedan mas cigarros que me des, ya no me puedes sobornar.

-No ya dígame no sea así.

-No de verdad no, no puedo creer que siendo de la familia no…

¿No que? ¿Siendo de la familia no que? Enserio no me die el viejo.

-Ya dígame que chiste tiene contar una historia a medias.

-Nada olvídalo, ven más seguido a visitarnos, me gusto platicar contigo.

Entonces mi madre se acerco me miro con insistencia, mi abuelo solo tenia esa cara burlona, creo que no me dirá nada, -me di por vencido- en fin me levante y me despedí de el, al bajar las escaleras volví a observar la foto de la boda del abuelo, en la sala me despedí de todos mis tíos, al salir de la casa solo vi a mis primos, he hice una seña despidiéndome de ellos, seguían jugando futbol, de regreso a casa, en el carro platicaba con mi madre de todo y nada, solo quería saber que paso con Renata, mi abuela era hermosa, ¿Como abra sido Renata?, tal vez no importaba eso, si no lo que mi abuelo vivió ese día con ella o lo que significaba para el, Es por eso que me platico es lo que me quiso enseñar con esa platica. Nunca trate mi abuela, lamentablemente no la conocí, ella se llamaba Sofía, según las historias de mi madre fueron muy felices como matrimonio, pero antes de ella ¿Ocurrió algo con Renata? ¿Porque al contarme esto lo recordaba con tanta alegría?

-¿Que piensas hijo?-

-Nada, bueno en lo que me platico mi abuelo.

-¿Qué te platico?-

-Solo sus aventuras de la juventud.

-¿Qué tenían esas cartas?- -¿Porque se las pediste a tu abuelo?-

-Pues son cartas, correspondencia de sus amigos, eran cartas de cuando era joven.

-¡Wuau!- -¿Te las enseño?- Que suerte nunca las dejaba ver.

-¿Enserio?-

-Creo que el las cambio de lugar, antes las tenias en una caja de madera, son cartas de sus amigos y mi mama.

-¿Mi abuela?-

-Si, a veces las veíamos ha escondidas, creo que nunca se dio cuenta.

Maldito cínico de mi abuelo, guardaba cartas de mi abuela y de Renata en el mismo lugar el muy ladino, Tal vez le pida a mi madre en vacaciones quedarme con mi abuelo. Para leerlas todas, a ver en que acabo esto.

-¿Oye mama tu sabes de su amiga Renata de mi abuelo?- Estaban cartas ahí de ellos.

Mi mama me miro sonrió y después empezó a reír.

-¿Qué?- Si sabes me tienes que decir no me termino e decir por tu culpa.

-¿Es lo que no te quiso decir?-

-Si, -¡Cuéntame!-

-Algún día te contara el, o en su defecto descubrirás el misterio.

Maldita sea cual misterio, que paso con Renata…

Escrito por: Victor Beltrán.